A075 Directrices para la Capacitación del Clero en Materia de Salud Mental
Se resuelve, con la aprobación de la Cámara de Obispos,
Que la 81a Convención General ordene al Presidente de la Cámara de Diputados asignar a un organismo eclesiástico la tarea de comenzar a capacitar al clero y a los postulantes en el plan de estudios para el Ministerio sobre Salud Mental, como se ordenó previamente en 2022-A109, examinar la posibilidad de exigir canónicamente esta capacitación para todo el clero activo, e informar a la 82a Convención sobre la cantidad de clérigos capacitados y ofrecer una propuesta para la implementación del requisito de capacitación.
Explicación
Según la Alianza Nacional para las Enfermedades Mentales, uno de cada cinco adultos estadounidenses padece una enfermedad mental cada año, uno de cada 20 adultos estadounidenses padece una enfermedad mental grave cada año, uno de cada seis jóvenes estadounidenses de entre seis y 17 años tiene un trastorno mental cada año. El 50% de todas las enfermedades mentales a lo largo de la vida comienzan a los 14 años, y el 75% a los 24. El suicidio es la segunda causa de muerte entre las personas de 10 a 14 años.[1]
Las comunidades religiosas están a la vanguardia de las comunidades en la interrelación con personas que experimentan problemas de salud mental, incluidas, entre otras, las crisis de salud mental, los diagnósticos de enfermedades mentales y los trastornos por consumo de sustancias. La iglesia puede ser un entorno en el que las personas con problemas de salud mental sientan que no serán juzgadas, consideradas “débiles” o estigmatizadas de diversas formas. Para satisfacer las necesidades y respetar la dignidad de las personas que experimentan, los clérigos y los aspirantes a la ordenación necesitan herramientas y capacitación para enfrentar los problemas que surgen en los distintos entornos en los que prestan sus servicios.
Reconociendo esta necesidad, en 2022, la 80a Convención General aprobó la resolución A109, que pedía la creación de un plan de estudios para abordar la salud mental y que “todos los que vayan a ser ordenados a partir de enero de 2024 reciban capacitación”, además de recomendar “la capacitación de todos los presbíteros, diáconos y obispos en activo en este plan de estudios para la concientización sobre la salud mental y las enfermedades mentales”.
Esta resolución instruye a la Comisión Permanente para la Salud Humana y el Bienestar a tomar medidas para cumplir con los objetivos establecidos en la resolución 2022-A109, trabajando con otros organismos de la iglesia en la entrega del plan de estudios para el Ministerio sobre Salud Mental con los postulantes y el clero ordenado. La nueva Comisión también estudiará la posibilidad de codificar dicha capacitación en los cánones de la Iglesia, junto con capacitaciones equivalentes sobre prevención de abusos y la doctrina de la Iglesia sobre el racismo. La Comisión puede aportar un calendario realista para la capacitación del clero activo en un plan de estudios que está en desarrollo, comenzando con la entrega de la certificación básica en Primeros Auxilios para la Salud Mental, una capacitación basada en la evidencia y la investigación, revisada por pares, que la disposición de capacitación de la Convención General pidió en la resolución 2022-A108.
Un futuro ajuste canónico que exija que todo el clero en activo reciba capacitación en un plan de estudios sobre salud mental y bienestar es crucial porque reconoce el importante papel que desempeña el clero a la hora de proporcionar apoyo y orientación a las personas dentro de sus comunidades de fe y sus entornos ministeriales más amplios. La capacitación en salud mental dota a los clérigos de los conocimientos y habilidades necesarios para ofrecer una atención pastoral eficaz a quienes luchan con problemas de salud mental, ayudar a las familias de las personas que se enfrentan a problemas de salud mental, atender con mayor claridad a su propia salud mental y fomentar las fortalezas y habilidades de las comunidades religiosas para la acogida, incluido el apoyo, el fortalecimiento, el estímulo, la capacitación y el fomento de las personas que se enfrentan a problemas de salud mental. Al reducir el estigma, fomentar la identificación e intervención tempranas y promover un enfoque holístico del bienestar, este plan de estudios holístico garantiza que el clero pueda satisfacer mejor las necesidades de salud mental de los feligreses. Además, al dar prioridad a la salud mental y el bienestar de los propios clérigos, este plan de estudios y capacitación favorece una comunidad clerical más sana y resistente.
[1] https://www.nami.org/mhstats consultado el 27/10/23.
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