D017 Apoyar la Reglamentación de la Inteligencia Artificial Generativa
La inteligencia artificial generativa es una tecnología que permite que las computadoras creen contenidos originales, como imágenes o textos, que se asemejan a los producidos por los humanos. La inteligencia artificial utiliza modelos o algoritmos entrenados en grandes conjuntos de datos, textos e imágenes existentes para comprender e imitar patrones en esos datos. Aunque hay muchos algoritmos que ya están integrados en nuestra vida cotidiana (como el autocorrector, los filtros de spam del correo electrónico y los motores de recomendación), la inteligencia artificial generativa supone un importante paso adelante en la capacidad y el alcance de la tecnología. La inteligencia artificial generativa se ha generalizado especialmente en los últimos años con el lanzamiento de nuevas herramientas como ChatGPT, Midjourney, DALL-E, Google Gemini y Microsoft Copilot. Se trata de una parte del panorama tecnológico que está cambiando rápidamente y cuyas repercusiones apenas estamos empezando a ver.
La inteligencia artificial generativa puede alterar muchos aspectos de nuestras vidas, pero también tiene un gran potencial para ampliar la creatividad y la eficiencia humanas. Estas herramientas crean contenidos basados en los datos con los cuales se les entrena y en las indicaciones que se les dan: pueden reflejar y extender lo mejor o lo peor de la humanidad. Los reglamentos pueden frenar los peores efectos de la inteligencia artificial generativa y mitigar los daños a los más vulnerables y a la sociedad en su conjunto, permitiendo al mismo tiempo que continúen las oportunidades para un uso positivo y reafirmante de la vida por parte de esta nueva tecnología.
La Iglesia Episcopal necesita hablar de la inteligencia artificial generativa porque nuestro pacto bautismal nos llama a respetar la dignidad de todo ser humano. Al cambiar la forma en que se realiza el trabajo creativo y cómo identificamos algo como real, la inteligencia artificial generativa está dañando nuestras relaciones entre humanos. La inteligencia artificial generativa siembra la semilla de la duda en todo lo que vemos en Internet, fomentando la desvinculación de la sociedad civil y de instituciones como la Iglesia. El panorama de la inteligencia artificial ha cambiado radicalmente en los dos últimos años, y probablemente será radicalmente distinto en la 82ª Convención General. Tenemos el deber de comprometernos ahora, mientras se debaten estos asuntos éticos y morales.
Explicación
La inteligencia artificial generativa es una tecnología que permite que las computadoras creen contenidos originales, como imágenes o textos, que se asemejan a los producidos por los humanos. La inteligencia artificial utiliza modelos o algoritmos entrenados en grandes conjuntos de datos, textos e imágenes existentes para comprender e imitar patrones en esos datos. Aunque hay muchos algoritmos que ya están integrados en nuestra vida cotidiana (como el autocorrector, los filtros de spam del correo electrónico y los motores de recomendación), la inteligencia artificial generativa supone un importante paso adelante en la capacidad y el alcance de la tecnología. La inteligencia artificial generativa se ha generalizado especialmente en los últimos años con el lanzamiento de nuevas herramientas como ChatGPT, Midjourney, DALL-E, Google Gemini y Microsoft Copilot. Se trata de una parte del panorama tecnológico que está cambiando rápidamente y cuyas repercusiones apenas estamos empezando a ver.
La inteligencia artificial generativa puede alterar muchos aspectos de nuestras vidas, pero también tiene un gran potencial para ampliar la creatividad y la eficiencia humanas. Estas herramientas crean contenidos basados en los datos con los cuales se les entrena y en las indicaciones que se les dan: pueden reflejar y extender lo mejor o lo peor de la humanidad. Los reglamentos pueden frenar los peores efectos de la inteligencia artificial generativa y mitigar los daños a los más vulnerables y a la sociedad en su conjunto, permitiendo al mismo tiempo que continúen las oportunidades para un uso positivo y reafirmante de la vida por parte de esta nueva tecnología.
La Iglesia Episcopal necesita hablar de la inteligencia artificial generativa porque nuestro pacto bautismal nos llama a respetar la dignidad de todo ser humano. Al cambiar la forma en que se realiza el trabajo creativo y cómo identificamos algo como real, la inteligencia artificial generativa está dañando nuestras relaciones entre humanos. La inteligencia artificial generativa siembra la semilla de la duda en todo lo que vemos en Internet, fomentando la desvinculación de la sociedad civil y de instituciones como la Iglesia. El panorama de la inteligencia artificial ha cambiado radicalmente en los dos últimos años, y probablemente será radicalmente distinto en la 82ª Convención General. Tenemos el deber de comprometernos ahora, mientras se debaten estos asuntos éticos y morales.