D031 Abordar el Daño Continuo de los Ministerios Cristianos Coercitivos y Abusivos
Se resuelve, con la aprobación de la Cámara de Obispos,
Que la 81ª Convención General, reconociendo que nuestra promesa bautismal de “buscar y servir a Cristo en todas las personas” va de la mano con nuestro encargo de “respetar la dignidad de todo ser humano”, lamente la prevalencia histórica y continua de la coerción y el abuso dentro de los ministerios sociales cristianos, con especial reconocimiento de cómo la participación en servicios religiosos ha sido un requisito previo para la recepción de apoyo social, cómo las publicaciones evangelizadoras se han empaquetado con apoyo material, y cómo se ha negado el apoyo a las personas cuyas relaciones no cumplen con las estructuras dictadas por la Iglesia; y asimismo
Se resuelve, Que la 81ª Convención General se arrepienta de la propia complicidad en el pasado de la Iglesia Episcopal en ministerios coercitivos y abusivos como, entre otros, los internados indígenas, los hogares para madres solteras y los centros de crisis de embarazo (también conocidos como centros de recursos para embarazadas); y asimismo
Se resuelve, Que la 81ª Convención General ordene a la Oficina de Relaciones Gubernamentales que trabaje para derrotar las iniciativas de financiamiento y el apoyo gubernamental a estos y otros ministerios cristianos coercitivos y abusivos.
Explicación
Nuestra Iglesia, como muchas manifestaciones de la fe Cristiana, ha sido lamentablemente cómplice de ministerios coercitivos y abusivos, como los internados indígenas, los hogares para madres solteras y los centros de crisis de embarazo. Aunque ya iniciamos la labor de reconocer algunos de estos daños, tenemos que reconocer que hay daños distintos causados por la participación de la Iglesia, en comparación con las entidades seculares. En lugar de respetar la dignidad de todo ser humano, la autoridad moral de la Iglesia se ha utilizado para coaccionar y estigmatizar a las personas, así como para abusar de ellas.
En la 80ª Convención General, resolvimos reconocer el trauma intergeneracional causado por la “la operación de los internados indígenas y otros sistemas basados en la supremacía blanca que han oprimido a los pueblos indígenas” e identificamos pasos hacia la reconciliación (2022-A127). También reconocimos el dolor de las adopciones forzosas y resolvimos investigar más a fondo el papel de la Iglesia (2022-D074). Sin embargo, la Iglesia no ha lamentado su apoyo en el pasado a los centros de crisis de embarazo (1994-D105) ante las pruebas más recientes de daños, incluido el hecho de que proporcionan información incorrecta y presionan a las mujeres para que mantengan embarazos no deseados. La Convención General tampoco ha ordenado a la Oficina de Relaciones Gubernamentales que hable sobre los daños de los ministerios cristianos abusivos y trabaje contra la normalización de estas organizaciones. El uso de la caridad como herramienta coercitiva, con la que se restringe el acceso a la atención y el apoyo necesarios para los necesitados, viola los principios más fundamentales de nuestras promesas bautismales compartidas y de la fe cristiana.
Como Iglesia, debemos comprometernos a continuar la labor de reconciliación y a responsabilizarnos de lo que se ha hecho en nuestro nombre.