A216 Los Patriarcas y Jefes de las Iglesias Locales de Tierra Santa
Se resuelve, Que la Cámara de Obispos, reunida en esta 81ª Convención General de la Iglesia Episcopal en Louisville, Kentucky, exprese a nuestros hermanos en Cristo, los Patriarcas y los Jefes de Iglesias Locales de Jerusalén, nuestra solidaridad y apoyo mientras dirigen y pastorean sus comunidades durante estos tiempos de guerra, violencia, desplazamiento e incertidumbre.
Y que se una además a los Patriarcas y a los Jefes de las Iglesias en su llamado constante a poner fin a toda violencia; a un alto al fuego humanitario inmediato en Gaza y a la rápida distribución de ayuda humanitaria; a la liberación de todos los cautivos; al acceso sin trabas de médicos y personal médico plenamente equipado para atender a los enfermos y a los heridos; y a su petición urgente de negociaciones efectivas facilitadas internacionalmente y encaminadas a poner fin y superar el actual ciclo de violencia.
Y que se envíen además nuestras oraciones y solidaridad al personal y los pacientes del Hospital Árabe Al-Ahli, administrado por la Diócesis Episcopal, así como al clero y a los fieles de la Iglesia y el Monasterio Ortodoxo de San Porfirio y de la Iglesia Católica de la Sagrada Familia, todos ellos en la ciudad de Gaza, mientras encuentran la manera de continuar su labor y su ministerio a la sombra y bajo la devastación de la guerra actual.
Y que se siga expresando su alarma por la creciente amenaza a la presencia cristiana en la Ciudad Santa de Jerusalén y en Tierra Santa por parte de grupos radicales israelíes que tratan activamente de socavar las comunidades cristianas de Tierra Santa, y su apoyo a los esfuerzos de los Patriarcas y los Jefes de las Iglesias, tanto a nivel local como internacional, para sensibilizar a la opinión pública sobre la difícil situación de las Iglesias en Tierra Santa.
Y que nos comprometamos además, en solidaridad con nuestros hermanos en Cristo, los Patriarcas y los Jefes de las Iglesias locales de Tierra Santa, a rezar y trabajar por la estabilidad, el bienestar y la prosperidad de las comunidades cristianas de Jerusalén y Tierra Santa como testigos vivos de nuestra historia sagrada en la región.